Lectura entre líneas
Objetivo: Identificar la
información implícita en un texto para descifrar las intenciones del autor, su
ideología, estado de ánimo, el perfil del destinatario, etc.
Instrucciones:
1.
Lee el
siguiente texto.
2.
Comenta con tus
compañeros y maestro:
a)
¿Quién es el
autor del texto?, ¿cómo lo imaginas?
b)
¿Identificas su
estado de ánimo?
c)
¿Cuál es la
tendencia ideológica del autor?
d)
¿Cuál es el
tono en que escribe?
e)
¿Existen
simbolismos o metáforas?, ¿cuál es su sentido?
f)
¿Existen
informaciones sobrentendidas?
g)
¿A quién se
dirige el texto?
Querida
Mafalda:
En
este día tan especial me acordé de tu cumpleaños... ¡Cómo pasa el tiempo!
Nacimos en el corazón de un país que soñaba. ¡Cuántas utopías! ¡Cuántos deseos
de crecer, de mejorar las cosas! Nos tocó convivir con un tiempo de hombres
creativos: Luther King, Che Guevara, Juan XXIII, John Kennedy; nos trasmitieron
el sentido de la justicia, el valor de los sentimientos, la maravillosa
aventura de pensar con la propia cabeza...
Ayer
me preguntaba por nuestra amiga Libertad, aquella pequeñita que un día
encontraste en una playa, no me acuerdo si era Santa Teresita o Mar del Tuyú,
me acuerdo todavía cuando la presentaste a tus padres... Era vivaracha y
quemadita por el sol de febrero. ¿Dónde vive Libertad? ¿Es verdad que la
mataron durante la dictadura?
Dicen
que la torturaron y su cuerpo desapareció en el Río de la Plata.... Me cuesta pensar
que se murieron sus sueños. ¿Y si vive? ¿Estará filosofando sobre la fragilidad
de las cosas y el sentido de la vida?
¿Qué
fue de Susanita? ¿Se casó? ¿Pudo realizar su vocación de ser madre? La imagino
viviendo en alguna ciudad de provincia, paseando del brazo del marido (un
hombre bajo y calvo) en una tarde de verano, contenta con sus hijos y cuidando
el primer nieto, realizada como tantas comunes mujeres...
Supe
de Manolito, que perdió sus ahorros durante el corralito y no soportó tanta
crisis. Los últimos días lo vieron cabizbajo, murmurando palabras incoherentes,
abandonado como un mendigo en una estación de trenes, triste y abatido como
tantos...
Sé
que Felipe vive en La Habana,
que probó con el cine, que tiene un taxi y que habla a los turistas de Fidel y
de la revolución con el mismo entusiasmo de cuando vivía en Buenos Aires...
A
Guille, tu hermano, lo escuché tocar, hace poco, en la Scala de Milano. Vive en
Ginebra, nunca se arrepiente de haber emigrado en los últimos años de Alfonsín,
me contó que es feliz con su nueva pareja...
Y
vos, querida amiga, ¿como estás? Hace tanto tiempo que no tengo noticias tuyas.
Sé, por otros, que seguís escuchando la radio, que leés los diarios del mundo,
que te duele el Irak como te dolía Vietnam, sé que trabajas para la FAO por los pueblos del
hambre, que estás indignada por la prepotencia de Bush. Me llegó tu pedido para
juntar medicinas para los Médicos sin Fronteras, sé que siguen las reuniones en
tu casa de París, que estás confundida, inquieta y preocupada por el futuro del
mundo... En fin, Mafalda, sé lo suficiente como para saber que seguís viva,
viva en el alma, niña como siempre...
De
parte mía sigo escribiendo siempre, renegando porque me falta tiempo; creyendo,
como siempre, en el valor de la sinceridad, perdiendo oportunidades por
manifestar mis ideas. Algunos días estoy triste y deprimido, pero puede siempre
más la alegría que la tristeza...
El
mundo no mejoró mucho desde la época en que vivíamos juntos en nuestra patria.
A veces, cuando miro el globo terráqueo, encuentro tu mirada, pienso en todos
aquellos que lo miran como vos, en los ojos de los que protestan, de los que no
se conforman, y de los que viven en la atmósfera del optimismo y de la
justicia. Esos ojos, junto a los míos, te desean un buen día, querida amiga,
por otros cuarenta años tan intensos y jóvenes como los que has vivido.
Un
beso grande de tu amigo que te quiere como siempre.
Miguelito.
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